8 mar 2009

Por Carlos A. Ricciardelli
Mariela

Las ventanas permanecen cerradas sobre los ecos tardíos del año nuevo
Y Mariela inicia al fin la última etapa de su infinita resistencia
Acomoda sus papeles sus libros y apuntes viejos de un sueño
(otro más)
quebrado

A lo lejos se escuchan estampidos secos como las hojas en otoño
Y Mariela continúa al fin la última etapa de su infinita resistencia
Acomoda (ahora en este instante) algunas fotos y pequeños objetos
un corcho una lata de cerveza holandesa postales de cuadros
servilletas dibujadas
dos lapiceras
un lápiz
una goma

acomoda ya su última torre
y se sienta a esperar en el centro de su atalaya

el fuego nace en la cocina
y una brisa oscura agita los plátanos de la casa.




enero de 2008
Cubierto de hojas amarillas crepitando entre las sábanas
revuelvo el vacío de tu ausencia
Insomne inconsciente aún
el zumbido del aparato que ventila no alcanza a despegar los ecos
Y doy otra vuelta medio dormido medio despierto hasta que dejo mi cara sobre un pedazo de sábana que huele a vos
mezcla de perfume y transpiración
huellas de tu cuerpo

Allen, el hermano mayor, arrastra colchones llenos de chinches en la madrugada lluviosa
Empujando almohadones grises bajo la llovizna que lava su cabeza

¿Dónde estarás ahora? ¿Habrás llevado tu libro regalo de Navidad?

Me refriego en tu olor y una gota de sudor cae
Sudor sobre sudor

¿Qué hizo después? Cuando quedó solo en medio de la noche rodeado de ausencias
¿Se durmió sobre las tablas del cuarto? ¿Lastimándose la piel húmeda con las astillas?

Allen, el hermano, camina ciego en la madrugada, arrastra sus pies y los mechones grisáceos caen de su cráneo. Camina, ciego y borracho, sin darse cuenta que tras sus pasos venimos nosotros, aullando tras sus despojos.

¿Dónde estarás ahora? ¿Leyendo en la arena a orillas del mar?
Resoplo y desciendo en las sábanas buscando el sudor de tus piernas.




Justo el 31.
31 de diciembre de 2007.




Tal vez despierte una mañana envuelto en tus piernas
A un costado de la ropa arrugada sobre las almohadas
bajo el olor dulce de los cuerpos unidos y vueltos a unir a lo largo de la noche

Tal vez despierte entre los vapores que llevaron a entreabrir la cortina
por donde ahora se filtra la luz

Tal vez despierte y sigamos unidos como perros en la noche

Y te estires desperezándote alzando tu culo hasta raspar nuevamente mi vientre
Y pueda hundirme otra vez suave en la humedad tuya mía que la noche no ha borrado
Y parezcamos perros perros en la mañana

Tal vez despierte y el sueño no haya terminado

Y tu cuerpo generoso receptivo no pueda dejarme solo.



31 de diciembre de 2007.